Bajo la perspectiva del talentoso dramaturgo Josué Almanza: si los eternos oligarcas carroñeros del dolor humano pudieran extender su dominio a un universo paralelo, no habría forma de evitarlo; la minoría privilegiada seguiría aprovechando la energía de la mayoría para perpetuar la holgada vida de los dominantes y la precariedad de los dominados. Las relaciones de poder en el Siglo XXXIII seguirían siendo las mismas y hasta los androides sufrirán la prehistórica condición de las elementales pasiones humanas.
El dolor y el placer, aunque contrarios, no se pueden separar ni tampoco eliminar, son permanentes y, por lo tanto, su existencia ha sido y será motivo de creaciones artísticas de cualquier siglo, porque son inherentes al género humano; la referencia a estos elementos como generadores de energía, ha sido y seguirá siendo utilizada como símbolo de explotación; hasta aquí no hay futurismo.
La ciencia ficción es un género narrativo con elementos bien definidos, que no necesariamente debe soportarse en sofisticados efectos especiales; es común que el futurismo considere una visión tecnológica visionaria, pero si además muestra una transformación de las motivaciones culturales en los seres humanos, la propuesta será atrevida y alejada de los clichés que hemos visto en películas del Santo el enmascarado de plata, o en dibujos animados como «Los Supersónicos».
Ya es casi inevitable que los creativos teatrales acudan al uso de recursos multimedia proyectados en la escenografía o de plano en pantallas gigantes; sin embargo, estos videos deberían aparecer en el escenario como un elemento que potencialice el lenguaje teatral y no como artilugio que sume a un espectáculo simplón, en esta obra vemos los dos casos: escenas en video que bien podrían mostrarse con actuación en vivo; y también la proyección de imágenes que logran un momento artístico provocador y amplificador de sensaciones.
En cine es posible, por ejemplo, hacer invisibles a los personajes, pero para mostrarlo en el teatro se requiere de una creatividad potente y diferente al de los expertos en edición y efectos especiales, en esta obra existe ese talento, lo vemos en la propuesta escénica que usa los recursos a su favor como la excelente manera de resolver, en el escenario, la relatividad temporal; sin embargo, para lograr que el público realice un acto de fe y se involucre en la puesta en escena, es necesario además que el elenco no caiga en exageraciones o sobreactuaciones que caricaturizan la historia.
Los obscenos de Silere / Vórtex se presentará hasta el 18 de febrero, los jueves, viernes y sábados a las 19 horas y los domingos a las 18 horas en el Teatro Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque en la Ciudad de México.