El tema del Día Mundial de la Alimentación del 2021, “Nuestras acciones son nuestro futuro”, hace un llamamiento para que todos seamos héroes de la alimentación para contribuir a la transformación de los sistemas agroalimentarios y lograr una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una vida mejor, sin dejar a nadie atrás.

La contradicción del sistema económico que determina la relación entre los seres humanos y de la humanidad con el medio ambiente se refleja claramente en la vergonzante acumulación de poder adquisitivo de la minoría contra la constante carencia de lo indispensable por parte de una creciente mayoría a nivel mundial.

Aunque el egoísmo y la indiferencia sean el escudo para no enfrentar realidades incuestionables, esta desigualdad provoca cada vez más, la constante crítica a los procesos de producción, abastecimiento, acceso y consumo de alimentos.

En este momento millones de niños padecen retraso del crecimiento y se estima que más de 2000 millones de personas tienen una deficiente ingesta de vitaminas y minerales; las cuales son formas mortales de desnutrición, pero lo más grave es que, en este momento, más 800 Millones de personas en el mundo están pasando hambre, mientras que en restaurantes, comercios minoristas, grandes industrias de producción de alimentos envasados y por supuesto en los hogares, se tiran a la basura más de 931 millones de toneladas de alimentos; lo que además supone el desperdicio de recursos como la tierra, el agua, la energía, semillas y otros insumos utilizados para su producción.

Hasta el 10% de las emisiones mundiales de los gases de efecto invernadero están asociadas con alimentos que no se consumen. El desperdicio de alimentos está llenando los vertederos del mundo, donde se descomponen y generan metano, un gas de efecto invernadero que es más dañino que el dióxido de carbono.

La industria de alimentos chatarra, como fuente de una cultura de alimentación nociva, es otro problema que afecta la salud de la población sobre todo en los sectores vulnerables. El consumo excesivo de estos alimentos ha provocado un alto índice de enfermedades como la diabetes y la obesidad, las cuales están asociadas a las muertes registradas por COVID.

La solución del problema de alimentación en el mundo requiere de una autentica actitud humanista alejada de hipócritas discursos que soslayan las causas con argumentos de aspiración capitalista.

En lo cotidiano podemos influir en el mercado evitando el consumo de alimentos chatarra, producidos por industrias que además han demostrado su poca responsabilidad social. Si elegimos alimentos nutritivos evitamos enfermedades crónicas pero además detonamos la oferta de productos de calidad con lo cual impulsamos de manera natural, métodos mejorados en la industria de alimentos y el diseño de políticas públicas sustentables.

A nivel práctico, podemos reducir el desperdicio de alimentos, añadir a nuestra dieta, alimentos de temporada y cultivados localmente, y negarnos a comprar alimentos con envases excesivos poniendo atención en el impacto medioambiental y social que tienen los alimentos que comemos. Los seres humanos no somos, como así nos propone el sistema económico impuesto a nivel global, los parásitos individualistas externos del ecosistema, que solo buscan satisfacción inmediata e irracional provocando la desdicha de la mayoría y la destrucción de nuestro hábitat natural. Los seres humanos pertenecemos al universo y por lo tanto cada acto, por menor que sea, impacta y tiene efectos en todo el sistema.

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