El trabajo artístico realizado por Benjamin-François consiste en recubrir con hollijas de oro de 24 quilates las maderas muertas de los ríos. La unión del oro y de las maderas muertas da un concepto original y fuera de lo común que combina técnicas antiguas y arte contemporáneo. Para cada obra de arte, las maderas debidamente seleccionadas son sometidas durante los trabajos preparatorios, a una transformación armoniosa y equilibrada para su posterior conversión en obra estética.
El artista se esfuerza por preservar toda la autenticidad y originalidad de las maderas muertas de los ríos para procurar que cada obra de arte sea una pieza.
Las obras de Benjamin-François dialogan con ideas humanistas de trascendencia y de antropomorfismo. Su práctica artística es una llamada al suicidio colectivo. Para él, el camino del suicidio colectivo engendrará la ruptura de la cronología en la que el arte está hundido. La conciencia de la mortalidad de las especies generada por las condiciones exógenas y antrópicas iluminará el renacimiento de un arte epidérmico, animista, parietal. Encontramos en cada obra de arte la estrecha relación artística ligada a la naturaleza con la devoción por la madera de río muerta y por su puesta en valor gracias al pan de oro.