Felipe VI, rey de España, heredero del linaje de los Borbón, símbolo vivo de la derecha, no asistirá a la ceremonia republicana de cambio de gobierno en México. Y no es que el monarca se haya dado el lujo de despreciar la invitación, como así lo hubiera querido, sino porque sencillamente no fue invitado.
La ciudadana doctora en ciencias, Claudia Sheinbaum Pardo, quien será presidenta de México, por la voluntad de cerca de 40 millones de personas, decidió no invitar al rey español; y esto en al ámbito de la ridiculez, al parecer es una afrenta a la alcurnia de la realeza española. Pero este hecho va más allá de la anécdota diplomática; veamos:
Primero debemos recordar que la España del siglo XXI aún es monárquica porque en el Siglo XX, el asesino Francisco Franco consiguió el poder por medio de una devastadora guerra civil provocada por un golpe de estado en la que Franco, con ayuda del poder alemán de esa época y del clero católico se proclamó como el mandamás de España y fue él quien regresó al trono a los herederos de los borbones. Este hecho es importante porque en España aún deben mantener y rendir pleitesía a los herederos de una familia de huevones, perdón de borbones, que representan a la realeza; pero en México, desde que los liberales, encabezados por el orgullosamente zapoteca Benito Pablo Juárez García, lograron sacar de México al imperio de otro borbón, Maximiliano de Habsburgo, quien se instaló. junto con la llamada emperatriz Carlota en el Castillo de Chapultepec, con ayuda, por supuesto, de los conservadores mexicanos de derecha que aún existen.
Felipe VI es el rey actual, no porque su antecesor haya muerto, como así lo dictan las prácticas legitimas de los humanos que son reyes por la voluntad del mismísimo creador del universo, sino que el junior es rey por que su padre el rey emérito Juan Carlos I tuvo que dejar el trono en medio de diversos escándalos fiscales y personales y ahora vive como rey en Abu Dabhi.
De tal manera que, si a la presidenta electa no le da la gana invitar al rey de España, pues estaría siendo congruente con el pensamiento liberal, emulando la congruencia republicana, no sólo de Juárez sino de Lázaro Cárdenas, quien mostró al mundo entero que México es un país avanzado que se sostiene en una amplia cultura histórica que se ha forjado en valores como la libertad, la igualdad y la fraternidad universal.
Claudia Sheinbaum expresó que su actitud ante el junior Rey de España, se debió a que la monarquía española no se molestó en contestar “como habría correspondido a la mejor práctica diplomática de las relaciones bilaterales” a una carta que le envió la presidencia de México el pasado 1 de marzo de 2019. En esta carta el poder ejecutivo mexicano le solicitaba al representante de la monarquía española que ofreciera disculpas por los actos de barbarie que su reinado, aún vigente, realizó contra los pueblos originarios de esta tierra hoy llamada Estados Unidos Mexicanos. Pues resulta que el rey Felipe VI, ni siquiera contestó la carta enviada por el tabasqueño nacido en Tepetitán municipio de Macuspana, Andrés Manuel López Obrador quien a diferencia del junior Felipe VI, fue elegido de manera democrática para ser el presidente de México, ni más, ni menos.
Claudia Sheinbaum invitó, como debe ser, al presidente electo de los españoles Pedro Sánchez, del Partido Socialista Obrero Español, pero el gobierno español declinó la invitación debido a que su monarca, el rey, no fue considerado entre los invitados. El Ministerio Español de Asuntos Exteriores mediante el comunicado 055 expresó que: “El Gobierno de España considera inaceptable la exclusión de S.M. el Rey de la invitación a la toma de posesión de la presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum Pardo, el próximo 1 de octubre en Ciudad de México. Por este motivo el Gobierno de España ha decidido no participar en dicha toma de posesión a ningún nivel.
España se ha convertido en el centro de operaciones de la derecha en el mundo, ahí surgen las estrategias que se buscan implementar para conseguir el poder de las naciones que se dejen influir por esta ideología que tiene como principales características: la sumisión al clero católico, la aceptación y promoción de la monarquía, la de verdad, no la que el fantoche engañabobos de Enrique Krause dice que hay en México; y por último su proclividad para mantener los privilegios del poder económico o mejor dicho de los dueños del dinero. No es casualidad que sea en España en dónde están resguardados, el corrupto Enrique Peña Nieto; el espurio hablantín Felipe Calderón Hinojosa o el pelele Edmundo González, excandidato presidencial de Venezuela.
En conclusión: Cuando los miembros de la derecha en México expresan que, hacer referencias históricas es un acto inútil que revisa hechos que ya no son relevantes, en realidad desean que su pasado no salga la luz para que sigan apropiándose de conceptos liberales que por su pasado histórico ni les van ni les vienen, como la democracia, la libertad, la igualdad social, o la resistencia. Son tan impostores que han sido capaces de apropiarse de la frase de los republicanos españoles: “No pasaran”.
Si el monarca español hubiera tenido la educación de contestar la carta que le envío el gobierno de un país que lo reconoce como autoridad, por lo menos hubiera mostrado inteligencia para aprovechar el hecho de que el gobierno mexicano lo reconoce como el representante de una autoridad simbólica; pudo negarse de manera educada y diplomática a ofrecer disculpas, está en su derecho; pero se equivocó al ningunear, es decir invisibilizar al gobierno de México. La conducta del monarca español fue la de un prepotente que piensa que los Estados Unidos Mexicanos aún son parte de su reino.
Don Felipito VI hijo de Juan Carlos I, no se haga, usted lo que quería era despreciar la invitación desde su trono, así que no se moleste que ahora sea el propio gobierno de México quien lo invisibilice a usted y a su corona decorada con joyas preciosas pagadas con una larga historia de abusos y sobre todo con el esfuerzo de millones de trabajadores españoles que se parten el lomo para que usted coma tres veces al día, por lo menos.