La más ferviente y hasta religiosa porra de Xóchitl Gálvez, ahora se ha convertido en una feroz y recriminadora facción resentida que le achaca a la actual senadora la derrota de la oposición, y le reclama sobre el temprano reconocimiento de triunfo que su candidata dio a la futura presidenta de México, la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo. Este fenómeno demuestra que la oposición no contaba con propuestas convincentes que dieran a su proyecto conservador la fortaleza necesaria para obtener votos. En cambio, el proyecto de la cuarta transformación comenzó la campaña con varios objetivos definidos, uno de ellos fue obtener los votos suficientes para contar con la mayoría calificada y así lograr las reformas constitucionales que fueron propuestas por el actual presidente de México, a este objetivo se le conoció como «Plan C», el cual fue adoptado por Claudia Sheinbaum y usado como factor de convencimiento para los electores.

Al darse a conocer los resultados oficiales, constatamos lo que sólo los merolicos de la información y sus comentócratas confiados en encuestas a modo, no lograron o no quisieron advertir: la cuarta transformación ganó, no sólo la mayoría en el Congreso Federal, sino, además, puedo vencer a la oposición en 27 congresos locales, recordemos que para hacer cambios a la constitución se requiere de la aprobación de 17 legislaturas estatales. La mayoría de los votantes eligió, no sólo que Claudia Sheinbaum se convierta en la primera mujer en ser presidente de México, sino, además, se manifestaron a favor de que sea ella quien dé continuidad al plan C para , entre otras cosas, reformar al Poder Judicial de la Federación.

Esta es otra realidad que la oposición sigue sin entender, ya que se han pasado machacando que Claudia debe despreciar el proyecto de nación propuesto por Andrés Manuel y cargarse a las tendencias derechistas para olvidarse o matizar las reformas que se avalaron por la contundente expresión de la mayoría.

Algunos opinadores y representantes de la derecha opositora continúan con el necio afán de insultar a los votantes, al mencionar que la elección de la mayoría en favor del «Plan C», se deriva de una ignorancia fanatizada provocada por el hambre y el deseo de recibir dádivas gubernamentales. Esta precaria forma, de no entender el nuevo tablero político, es una de las causas de la derrota de las huestes de Claudio X. González.

La derecha opositora sigue sin entender que sus antiguos métodos de convencimiento no son exitosos ante un electorado politizado y renuente a volver al pasado prianista. A propósito, nunca hay que olvidar que el 10 junio de 1971, el priista Luis Echeverria Álvarez comandó el asesinato y represión de centenas de estudiantes, cuando estos se disponían a marchar; en aquellos años cuando las manifestaciones sociales no eran para defender los privilegios de unos cuantos, sino para defender las libertades y la democracia basada en su propia etimología: el gobierno del pueblo. 

Regresemos al Siglo XXI: la reforma al Poder Judicial causa preocupación en las élites corruptoras. La variación negativa en la bolsa mexicana de valores y el incremento del dólar frente al peso fue una reacción de los especuladores, dueños el dinero, que prefieren mantener su relación con los facilitadores de amparos, antes que limpiar al Poder Judicial de oscuros intereses comerciales donde la justica está supeditada a los anhelos aspiracionistas de algunos licenciados en Derecho liderados por Norma Piña, Presidenta de la Suprema Corte de Justicia y promotora de cenas entre los magistrados del Tribunal Electoral con el presidente del PRI, el cuestionado Alito.

Las propuestas de reformas al poder judicial que propuso Andrés Manuel, el pasado 5 de febrero, y que han hecho palidecer a los conservadores de privilegios son básicamente: reducir a los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; que los ministros, magistrados, jueces e integrantes de la Judicatura sean elegidos democráticamente por medio de procesos electorales; reducir el tiempo de vigencia en su cargo de los miembros de la Corte y por último revisar, para definir un tope a los sueldos y prestaciones que reciben los Ministros que hoy se estima en cerca de 700 mil pesos mensuales.

Las circunstancias están dadas para abrir el debate sobre las reformas constitucionales y seguramente los amantes de los contrapesos y cuestionadores del poder estarán muy complacidos porque estas propuestas buscan precisamente implementar un contrapeso efectivo para uno de los poderes menos revisados en la historia de nuestra democracia. Veremos si la derecha ahora si es capaz de entender las nuevas señales de un México que busca sacudirse a las sanguijuelas.

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