El pasado 18 de marzo de 2023, el presidente de México convocó al pueblo, para conmemorar el 85 aniversario de la expropiación petrolera, evento histórico con el cual el presidente Lázaro Cárdenas garantizó que los beneficios por la explotación de petróleo fueran para los mexicanos y no para, las siempre voraces, empresas extranjeras.
En el Siglo XXI, el poder en el mundo se define, entre otras variables, por una muy importante: la soberanía energética. Los países más exitosos son aquelles que tienen el control de la explotación y disponibilidad mercantil, de sus recursos energéticos.
Esto sucede cuando en estos momentos las grandes potencias mundiales dejan el modelo de la globalización para regionalizar el control de fuentes de energía en donde el petróleo sigue y seguirá siendo por lo menos en las próximas 4 décadas, el principal y más rentable recurso de generación de energía en el mundo. Para muestra basta revisar las causas y efectos de los conflictos entre Estados Unidos y sus adversarios económicos Rusia y China, en donde Ucrania no es más que un simple pretexto, lo digo para todos aquellos defensores de la derecha quienes les gusta usar la bandera de Ucrania para decorar su ignorancia.
Los mensajes del presidente se enfocaron en contrastar las dos posturas que han prevalecido desde el Siglo XIX en nuestro país y que a la fecha son los polos del debate político en México: por un lado aquellos que están empecinados en conservar los privilegios de una minoría y por otro lado aquellos que históricamente han luchado por el equilibrio y la protección de la soberanía y la democracia.
Andrés Manuel fiel a su estrategia discursiva para lograr el éxito de sus mensajes, no quita el dedo del renglón histórico para señalar que la problemática del pasado no se ha resuelto y que los mismos adversarios de la soberanía y la democracia, ahora aparecen bajo la forma del llamado bloque conservador, neoliberales y derechistas, en particular el PRI y el PAN que ahora, sin máscaras, se pasean unidos confiando en que el pueblo ha olvidado sus afrentas hacia México.
Una de las críticas que más ha recibido el presidente López Obrador es apoyar su discurso en hechos históricos esto es lo que más ha molestado a los conservadores quienes durante décadas han menospreciado a nuestros patriotas y han ejecutado acciones para que los mexicanos olviden el origen y devenir de los acontecimientos que hoy perjudican a los que por siglos han defendido a la monarquía extranjera, a los conservadores, a los porfiristas, a los priistas corruptos, a los neoliberales y a los presidentes católicos, cómplices de narcotráfico. Las referencias históricas le sirven a López Obrador para comparar dos momentos similares en la historia de la relación entre México Y Estados Unidos.
En la actualidad, la crisis económica y política que está sufriendo Estados Unidos, favorece las medidas que apoyen la soberanía energética. Pero el mismo enemigo interno que tuvo Cárdenas sigue acechando en la actualidad: Un bloque opositor sin principios que es capaz de solicitar el intervencionismo con tal de no perder su poder económico. Ellos han sido los protagonistas del rechazo para nulificar las propuestas legislativas con la intención de asegurar que los beneficios de nuestros energéticos sean aprovechados por una oligarquía depredadora.
En México hay dos proyectos de nación y el mensaje del presidente es no zigzaguear. Con esta indicación deja fuera de su simpatía a Ricardo Monreal, quien con su lema de reconciliación con la derecha, su relación con personajes impresentables como Sandra Cuevas y su falta de escrúpulos a la hora de definiciones se coloca como un candidato marginal que es capaz de juntarse con Santiago Creel para lograr su ambición política.
El discurso radical de Andrés Manuel también limita las aspiraciones del moderado Marcelo Ebrard, discípulo de Manuel Camacho Solís y cachorro del salinismo. Marcelo, al igual que Monreal se han distinguido por ser bien vistos por los merolicos de la información. Medios pagados que repiten los mensajes claves de una oposición simplona pero perversa.
La cuarta transformación es una revolución sin violencia, mientras que el PAN y el PRI han sido capaces de matar personas para lograr sus fines, por ejemplo, los asesinatos políticos, magnicidios o los miles de muertos que generó el fraude electoral del 2006, cuando el espurio presidente Calderón con la ayuda de su secretario de seguridad pública Genaro García Luna, se aliaron con el crimen organizado. Esto es importante para poder entender la conexión de Andrés Manuel con la gente. Y este, a mi juicio, es el mensaje más importante del evento masivo que encabezado el todavia presidente de México.